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El día a día de nuestros antepasados es hoy un tesoro para nosotros

La costa vasca no deja de sorprender con las apariciones de distintas antigüedades


Maialen Quilez Martija



La historia vuelve, es presente y nuestras raíces conviven con nosotros. Muchos dicen que todo lo que ocurre conectado a internet es imborrable. ¿Ocurre lo mismo con todo lo transcurrido a lo largo de la historia?


Si nos basamos en lo ocurrido el pasado 15 de octubre, la respuesta sería afirmativa. Siete tinajas de cerámica del siglo XVI se hallaron en un portal de Donostia/San Sebastián. El próximo paradero de las vasijas, fue desconocido por un largo tiempo. A día de hoy, Mertxe Urteaga, arqueóloga de la Dirección de Cultura, afirma que dos de ellas se han extraído para poder hacer el foso y el resto se han quedado “in situ”. Las tinajas extraídas se llevaron al depósito de de Bienes Arqueológicos de Gipuzkoa (Alto de Arretxe, Irun). Gestionado por la Diputación Foral de Gipuzkoa.


A pesar de no ser una datación exacta, todo indica a que es bastante precisa. Esto se debe a que no es la primera vez que ocurre algo así en la capital guipuzcoana. En 1998 apareció un conjunto parecido con 10 ejemplares mientras se hacía la excavación arqueológica de la Bretxa. Estas también fueron fechadas en el siglo XVI y después de un profundo análisis, los expertos afirman que las tinajas se utilizaron para guardar entre otros, aceites de ballena.


El hallazgo es un claro testimonio del pasado, dejando en evidencia que en la zona había ya actividad comercial hace al menos cinco siglos.



El hallazgo es un claro testimonio del pasado, dejando en evidencia que en la zona había ya actividad comercial hace al menos cinco siglos. A día de hoy, al igual que gran parte de toda la costa vasca, el casco histórico de Donostia está declarado zona arqueológica.


La importancia de la pesca en la historia del País Vasco ha sido una fuente fundamental de recursos para muchas de las ciudades costeras y aún quedan restos de toda aquella historia. Uno de ellos es el museo Bentalekua de Mutriku (Guipúzcoa). En el siglo XIX, los pescadores del pueblo costero formaron el Gremio de Pescadores de San Pedro. Esto fue creado para proteger los intereses de los gremios de pescadores.


Allí, se mantuvo una máquina de principios de siglo y mediante ella se lograba organizar una subasta de pescado que terminó con el surgimiento y la aparición de ventas. Estas máquinas de madera que se abrieron en la costa cantábrica, hoy en día están desapareciendo. La que se mantuvo en Mutriku, tenía un gran valor etnográfico. El 4 de febrero de 2017, esta construcción sufrió un incendio y el Museo Bentalekua está actualmente cerrado. Itziar Martija, que fue redera toda su juventud, afirma que parte de la historia del pueblo la ha borrado el inesperado incendio.

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